sábado, 10 de enero de 2009

Educación Ambiental: Espacios y futuros posibles (Presentación)

Miguel Ángel Arias Ortega

Acérquense al borde
No queremos. Tenemos miedo
Acérquense al borde
No podemos, nos vamos a caer
Acérquense al borde. Les repitió.
Y ellos se acercaron

Él los empujó
Y ellos…
Volaron
Apollinaire

Presentación
El desarrollo de acciones y proyectos pedagógicos orientados a tratar de revertir, prevenir, aminorar y en algunos casos, resolver problemas ambientales tiene poco más de dos décadas en nuestro contexto, fue a mediados de los años 80´s el escenario en que se empezaron a dar las primeras voces de alarma sobre las consecuencias del deterioro de los ecosistemas en la salud de la población, en los procesos productivos nacionales y en los propios ecosistemas. Su recorrido histórico en nuestro país ha tenido diversos momentos, donde podemos reconocer acciones de enorme impulso y apoyos incondicionales como también situaciones donde ha sido víctima de las incomprensiones, vanidades, oportunismos y descalificaciones. No obstante podemos decir que se ha avanzado, o por lo menos, estamos en un lugar distinto de aquel donde se empezó. Hoy es común escuchar a diferentes actores sociales, instituciones y políticos que hacen alusión a la importancia de generar acciones educativas orientadas a modificar las formas en que nos hemos relacionado con nosotros mismos, con los demás seres humanos y con la naturaleza. Se han desarrollado procesos de formación profesionales dentro de las instituciones de educación superior, que buscan generar una perspectiva ambiental en los profesionistas que se acercan a ellos. Las organizaciones de la sociedad civil han mostrado su preocupación por fomentar en los grupos sociales nuevos conocimientos, información y experiencias vinculadas al ambiente. Se han editado documentos, libros y materiales didácticos que apoyan los procesos educativos dentro del salón de clase y que se relacionan con temas ambientales. Dentro de algunos centros de investigación científica, la línea de lo ambiental ha empezado a cobrar relevancia y hay un importante desarrollo de proyectos en la materia, etc. Aunque es difícil dejar de ver estos avances, también es cierto que aún son insuficientes y que los problemas del medio ambiente siguen teniendo repercusiones importantes en diferentes ámbitos y niveles de la vida de los individuos, de manera particular, en aquellos grupos en situación de pobreza y marginación social y cultural.
Con lo anterior, surge una pregunta obligada: ¿Y la educación ambiental en México? Ausente y escondida, podemos decir. Debilitada y poco visible, podríamos agregar. Dos aspectos apoyan en principio, esta afirmación; el primero es el trabajo de investigación de Sonia Rosales Romero de la UPN-095, —que incluye un artículo en este volumen—, quien hace un análisis de los discursos ambientales en la prensa escrita en la ciudad de México, y donde nos señala que el tema de la educación ambiental está prácticamente ausente del sentir y pensar de sectores como el académico, social, político y religioso. El segundo una encuesta que realicé a 175 personas de 5 estados de la república mexicana y del Distrito Federal, a quienes cuestioné sobre su percepción respecto a las organizaciones de la sociedad civil vinculadas con el medio ambiente, y que al preguntarles sobre el papel educativo de este tipo de organizaciones, señalaron que si bien es importante su labor educativa, desconocen quiénes son y desconocen el trabajo que llevan a cabo, toda vez que no se ve reflejado en acciones concretas que ayuden a mejorar las condiciones ambientales en nuestro país. Más preguntas, ¿Qué ha pasado entonces en estos años con el campo de la educación ambiental en nuestro contexto?, ¿Porqué no hemos podido lograr una mayor visibilidad social? ¿Por qué no hemos podido posicionar a la educación ambiental como uno de los aspectos centrales para la sociedad, en la búsqueda de alternativas ante la crisis ambiental?¿cuáles deben ser las directrices, políticas y acciones que nos conduzcan a una consolidación del campo en México? Tal vez cada uno de nosotros tengamos nuestra propia explicación sobre el hecho, y sin duda que la tenemos, y las respuestas giraran en torno a causantes y hechos, donde encontraremos nuestros mayores puntos de desencuentros, y porque no, de confrontación. Pero en lo que sí creo que hay coincidencias en todos aquellos que han trabajado dentro de este campo emergente de conocimientos, es que no podemos dejar que la educación ambiental como proyecto orientado hacia el futuro perezca. ¿Y, por qué? Porque sigue siendo útil, porque con ella, tenemos la posibilidad de construir nuevos escenarios presentes y futuros para nuestros destinos, porque como dice Javier Reyes sobrevive porque tiene utilidad, dado que en ella no ha predominado la intención de resolver problemas entonando lamentos ni jugando al pregonero de los errores ecológicos, sino que ha ido desplegando sentidos, ideas, instrumentos y la terquedad necesaria para enarbolar un prolongado aliento abierto al futuro.
Aunque en términos temporales y tomando como referencia que la educación ambiental ante todo es un proceso social orientado al futuro, podemos señalar que poco más de dos décadas es un lapso corto para su consolidación social e institucional, y que aún es joven y que se encuentra en un constante proceso de construcción y reformulación. Sin embargo, también son claros y contundentes los limitados e insuficientes resultados hasta el momento que se han ofrecido dentro del campo, y que en mucho han contribuido a su poca, y en algunos casos nula presencia en el imaginario social e institucional de los ciudadanos.
Este hecho resulta primordial y preocupante, si tomamos como punto de partida que la educación ambiental debe ser una estrategia orientada a que los diferentes grupos sociales puedan analizar las formas en que su participación puede contribuir a mejorar nuestro medio ambiente, pero al mismo tiempo a construir y establecer un tipo de educación que trabaje por los ideales de paz, justicia social, por una mejor comprensión entre las personas, por fomentar la interculturalidad entre los pueblos, la democracia y la protección de los ecosistemas, y todos en su conjunto, siguen siendo uno de los asuntos pendientes para todos aquellos que deseamos que las cosas sucedan mejor, y que se construya un camino de esperanza y posibilidades reales para quienes parecen una situación de pobreza, marginación y abandono. Sin duda, el reto es enorme y exige de nosotros nuevas formas de pensarnos, de pensar a los otros y de convivir y estar en el mundo. Un desafío que en el ámbito de lo pedagógico y lo ambiental, demanda una reflexión comprometida sobre las formas que hemos analizado y nos hemos explicado los fenómenos de la realidad, así como las formas en que hemos construido nuestras propuestas de acción para tratar de dar respuesta a las necesidades que ello nos plantea. De tal suerte, que hoy en día precisamos de marcos conceptuales, estratégicos y operativos que nos permitan afrontar la complejidad ambiental, que nos brinden elementos para proponer un cambio concurrente y profundo en todas las esferas de la realidad –social, económica, cultural, de estilo de vida, de valores, etc.,- y que nos permitan construir prácticas sociales asentadas en una nueva racionalidad ambiental.
Con este número de la revista Caminos Abiertos dedicado al tema de la educación ambiental ¡Estamos de plácemes! Se cumplen 18 años de que este proyecto editorial vio la luz y que ha estado signado por dos valores: Resistencia y esperanza. A pesar de los obstáculos y carencias seguimos vivos y presentes. Si alguien preguntara: ¿Están contentos? Nuestra respuesta inmediata sería: ¡Estamos muy contentos! Cumplimos la mayoría de edad en un proyecto de la Universidad Pedagógica Nacional que quizá sea de los pocos que aún se mantienen con vida y que siempre ha tenido una inquietud central por incorporar discusiones sobre la problemática ambiental en sus páginas y ver sus posibilidades de intervención a través de la educación. Con este tipo de esfuerzos queremos contribuir a que sean mayores los espacios donde la educación ambiental encuentre intersticios de eco y desarrollo, de creatividad y espontaneidad, de posibilidades y esperanzas, de futuros y construcción de futuros, en una palabra, espacios donde la educación ambiental sea una realidad, en potencia y acto.
El conjunto de artículos que integran este volumen busca hacer evidente que la educación ambiental tiene una gran posibilidad para integrarse en el centro y la periferia de algunas discusiones y temas de interés de nuestra vida cotidiana, donde podemos conjugar lo individual, lo profesional, lo institucional y lo comunitario, integrar la educación ambiental a todas las acciones y pensamientos de nuestra existencia.
El contenido se inicia con el trabajo: “La potencia y la creatividad de la literatura a la educación ambiental o como el abanderado con un hilito de sangre vencieron a los búfalos mojados” de Rafael Tonatiuh Ramírez Beltrán que nos ofrece algunas reflexiones sobre el campo de la educación ambiental y sobre los destinos de ésta en el contexto en que se ha desarrollado en México. Nos invita a analizar —en el marco del seminario: Literatura y Educación Ambiental, celebrado en una cantina en la ciudad de Guadalajara, Jalisco y convocado por el programa de la maestría en educación ambiental de la UDG—, las formas en que como educadores hemos asumido o no nuestro papel, a criticarnos y criticar lo que los otros han hecho… a no permitir que el campo se vuelva una secta y que esto lo lleve a perder el foco de lo que busca y sobretodo, de lo que pretende. Ante ello, nos hace una invitación a buscar los caminos de la creatividad y la esperanza, de pensar y sentir y de intentar nuevos senderos para comunicar, transmitir y generar conocimientos significativos y de alto impacto; a buscar nuevas veredas, más rectas y sin poderes que aspirar o adorar. Menos adoración y más creatividad.
David Lara a través de su artículo intitulado: “Percepción de los problemas ambientales de México a través de la mirada de estudiantes universitarios de licenciatura”, nos muestra una visión sobre la percepción de los estudiantes universitarios de carreras profesionales directamente estructuradas sobre la problemática ambiental, o que podríamos señalar como carreras ligadas a la “naturaleza” y aquellas que “aparentemente” están menos vinculadas a la problemática ambiental. Parte de considerar que para abordar los problemas del medio ambiente y tratar de buscar soluciones de fondo, habría antes que identificarlos, entenderlos, comprenderlos, jerarquizarlos y priorizarlos de forma apropiada, con el fin de optimizar los intentos y soluciones aplicados a ellos. Es necesario replantearse cuáles son los más importantes para el país, puesto que mientras no se dé un conocimiento profundo de los mismos, las soluciones seguirán siendo paliativas. Los resultados que nos ofrece nos permite ver la dimensión del reto que tenemos frente a nosotros, toda vez que se advierte que son limitadas las condiciones para que los estudiantes consultados participen más atinadamente en los procesos participativos que buscan atender los problemas nacionales del ambiente.
Por su parte, Sonia Rosales Romero, escribe el artículo: “Los discursos ambientales en la prensa escrita”, con el cual nos ofrece una panorámica sobre la forma en que se concibe y construye lo ambiental en algunos de los grupos de individuos, de manera concreta, en el sector social (ciudadanos, organizaciones civiles, especialistas y comunicadores), político (partidos políticos y funcionarios), empresarial y religioso. El trabajo buscó indagar sobre cuáles eran las percepciones sobre la educación ambiental, el medio ambiente, el desarrollo sustentable y la problemática ambiental en este tipo de grupos y cómo se manifestaban en los discursos que emitían en los tres periódicos de mayor circulación en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México: El Universal, Reforma y La Jornada. Tomó como punto de partida que en la prensa escrita, el discurso ambiental está representado por una extensa variedad de concepciones que se construyen desde los diferentes espacios que conforman a cada sector social y son las posiciones discursivas uno de los factores que los identifica como grupo y que garantiza su presencia en la sociedad. Resalta que a pesar de la heterogeneidad de los integrantes de los sectores, sus particulares visiones, su historia personal y las formas de manifestarlo, es posible considerar la existencia de un discurso dominante de lo ambiental en nuestra sociedad.
Oswaldo Escobar Uribe, escribe: “La educación ambiental en la enseñanza de la lengua extranjera inglés en la secundaria del Distrito Federal. Una Intervención Didáctica, 2006-2007”, donde insiste sobre la necesidad de que dentro del sistema educativo nacional se formen estudiantes críticos, reflexivos y participativos, con el fin de construir alternativas de solución integrales a los problemas ambientales de nuestro tiempo. Su trabajo analiza la experiencia desarrollada con estudiantes de nivel secundaria —tercer grado—, en una escuela pública del Distrito Federal, donde utiliza la enseñanza del idioma de la lengua extrajera inglés como medio de información, formación y desarrollo de actitudes y conductas para abordar temas ambientales. Al tiempo que busca que esta experiencia de intervención se constituya en una herramienta de comunicación para adquirir conocimiento, expresar y comprender ideas, sentimientos, percepciones, etc., para el desarrollo posterior de estrategias de aprendizaje e interacción con el medio ambiente desde el aula escolar.
José Luis Silverio Morales, nos propone algunas alternativas educativas para realizar desde cualquier aula y desde cualquier nivel escolar, acciones que repercutan en la protección, conocimiento, información y mejoramiento del medio ambiente. En su artículo: “Propuestas viables de la educación ambiental para la escuela en general”, nos formula una invitación para retomar y promover los propósitos de la educación, a cultivar una cultura científica, a promover una alimentación sana, a fomentar aprendizajes reflexivos en el aula, a ejercer el conocimiento interdisciplinario y finalmente, a promover una conciencia ambiental en todos los individuos. En una palabra, su artículo es una invitación abierta para que nos acerquemos a una cultura amplia y trascendente, desde el campo de la educación ambiental.
En el artículo: “El docente de educación primaria en el Distrito Federal y la educación ambiental”, Alma Rosa Suárez Ruiz discute y nos ofrece una experiencia de trabajo orientada a la formación de los docentes en el campo de la educación ambiental. Enfatiza sobre la necesidad que tienen los profesores de contar con las herramientas teóricas y prácticas indispensables para incorporar la dimensión ambiental dentro de sus salones de clase; de ahí la importancia de ofrecer a los docentes de educación básica, procesos de formación-actualización que fortalezcan sus enfoques, visiones y concepciones en relación con este campo de estudio. Hace un llamado para aprovechar los espacios institucionales con los que cuentan las escuelas primarias, y ofrecer en ello, elementos de referencia, información y actualización que los ayuden a abordar la educación ambiental de una manera holística, contextualizada e histórica, que promueva la formación de individuos críticos y reflexivos capaces de buscar mejores formas de relacionarse con el entorno y responder de manera adecuada, los retos ambientales del momento.
Cecilia Escárcega Solís, hace una reflexión sobre los aspectos jurídicos vinculados al campo de la educación ambiental, parte de considerar que resulta fundamental la comprensión del marco jurídico que en materia de educación ambiental se tiene establecido en México, con el fin de conocer cuáles serían los derechos y obligaciones de los ciudadanos. Su artículo intitulado: “Análisis del marco jurídico en materia de educación ambiental en México”, discute sobre la importancia de tener claridad respecto a la competencia territorial: ámbitos Federal, Estatal y Municipal, donde se debe de considerar el ámbito internacional: Tratados y Convenios Internacionales, los cuales conforman parte de nuestro sistema jurídico mexicano; contexto en el que se analiza lo tipificado en materia de educación ambiental vigente en nuestro país. Señala que en la medida que conozcamos tendremos mayores posibilidades de incidir desde nuestro espacio de actuación en este campo.

En el planeta Tierra
En la ciudad de Ciudad de México
En la colonia Polanco
En el invierno del 2009

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